Empecé en la organización de eventos hasta que me enamoré de las nuevas tecnologías. (Recuerdo aún hoy la ilusión de montar mi primera página web con Microsoft Frontpage en 2001). Como muchos en esta época, aterricé en multinacionales de IT ya que fueron los pioneros en explotar el potencial de internet. Aprendí mucho del modelo americano, de grandes mentores tanto a nivel técnico, de estrategia como de mentalidad hasta el día que dejé de sentirme realizada. (Si te interesa esta parte puedes cotillear mi perfil de LinkedIn.) De repente me ví en una caja, donde no podía actuar de forma diferente, ni cambiar nada para mejorar, ni implementar nuevas maneras de hacer las cosas. Ya no estaba alineada con mi propósito. Coincidió con la maternidad, que me demandaba más flexibilidad, más tiempo, más sentido en mi vida.

Me crucé con el mundo de los negocios digitales y me enganché a esta forma de trabajar, de poner su talento al servicio del mundo. Encontré mi nueva familia. Muchos emprendedores con mentes brillantes, apasionados con lo que hacen, implicados en cambiar el mundo y sobretodo desde otra manera, más ética, respetable, colaboradora, sana y divertida. Encontré mi sitio. Me formé con los que más resonaron conmigo en ese momento y, hasta ahora, todos han sido un acierto.